miércoles, 21 de mayo de 2008

MOROSOLI: los recuerdos de su hija María Luz

• Mi vida junto a mi padre...
"Desde el punto de vista literario considero que no soy quién para opinar así que lo que puedo contarle es sobre cómo fue mi vida junto a mi padre, la cual fue un poco un rompecabezas, porque cuando uno es niño, de 10 ó 12 años, uno lo mira como padre y no como escritor. Recuerdo que todas las noches, al irnos a dormir, nos hacía un cuento, nos enfermábamos y nos hacía un cuento.
• Sus primeras líneas
"Él comenzó a escribir muy jovencito. Hay un equívoco que generalmente se repite y a nosotros nos molesta bastante, ya que no hizo dos años de Escuela, como suele decirse, sino cinco (los dos últimos años en la Escuela Nº1). Conservamos el documento que demuestra que en marzo de 1908 ingresa a la Escuela Nº1, pasando a cursar cuarto año. Al año siguiente, ya en quinto año, consta también en un documento que 'El 9 de octubre, el Albañil Juan Morosoli retira a su hijo por razones laborales'. En ese momento, tenía seis hermanos y como es obvio suponer no es fácil poder mantener una familia tan numerosa. Él era el mayor y debió comenzar a trabajar. Hace poco conocí a un Sr. Aviaga que fue amigo de mi padre y quien me contó que cuando mi abuelo lo sacó de la escuela, los primeros meses trabajó como peón de albañil y en esa época mi abuelo estaba terminando el Teatro Lavalleja. Entonces, yo a veces sueño porque no tengo seguridad, ningún documento que lo avale, que mi padre trabajó de peoncito allí en el Teatro Lavalleja".

• La librería de Porrini y su primer libro comprado
"Luego, su tío César Porrini, propietario de una gran librería frente a la Barraca, lo lleva a trabajar con él, detrás del mostrador, a repartir libros en la calle. Allí trabaja hasta los 16 ó 17 años. Es en esa etapa en donde mi padre comienza a desarrollar el gusto por la lectura. Tengo una edición de Tabaré, de Zorrilla de San Martín, que estaba entre sus papeles, y que es de 1916. Quiere decir que con 16 años se compró ese librito porque en él dice 'Primer libro comprado con mi sueldo'"...
• La siesta, el mate y los dichos camperos...
"Recuerdo que generalmente solía sestear antes de volver a la Barraca. Luego volvía de tardecita y en verano estábamos en la quinta, había parra, glicinas, y mientras él tomaba mate, nosotras jugábamos. A la noche escribía. Él tenía un escritorio en casa y allí escribía. En la Barraca escribía apuntes, sobre todo de algún que otro dicho de campaña los cuales desarrollaba en sus cuentos. En la Barraca no podía escribir por el incesante ritmo de gente que allí había. En casa tenía acondicionada una habitación y el escritorio donde escribía está en la actualidad en Casa de la Cultura, al igual que su biblioteca. Escribía cuando llegaba del trabajo y muy escasamente luego de la cena. Recuerdo que cuando nosotras éramos pequeñas y nos acostábamos temprano, mi padre le leía a mi madre lo que había escrito. Mi madre era maestra y a veces le corregía las faltas. En los originales se puede apreciar que escribía prácticamente sin faltas porque las correcciones eran escasas. Donamos todo su archivo de originales a la Facultad de Humanidades hace dos años porque, primero lo tenía mi madre, luego me lo traje yo, habían papeles que datan de 1910, no los habíamos cuidado debidamente, no los sabíamos ordenar para aprovecharlos más convenientemente. Entonces, la Facultad de Humanidades creó la Cátedra de Literatura Uruguaya y a ellos donamos unas cuantas cajas llenas de papeles...".
•Cuando mi padre fallece, Don Jose Belloni, gran amigo de mi padre, le envía a mi madre las cartas que Morosoli le había escrito y en una de ellas le decía 'Hoy he recibido una de las alegrías más grandes de mi vida: mi hija se recibió de Arquitecta, soy un hombre feliz'
El futbolista...
"Decían que jugaba horrible al fútbol, que era un 'pata dura'. Tengo una foto como jugador donde los futbolistas estaban cada uno con una camiseta diferente porque no tenían equipo deportivo para todos y donde los hinchas están todos de traje y de sombrero...".
Un hombre feliz, gracioso, optimista...
"Fue un hombre profundamente feliz. Tal vez uno piense que un niño que sale de la escuela a los 9 años, que tiene que trabajar a pulmón desde ese momento, podía ser un hombre amargado o resentido con la vida. Sin embargo él era feliz. Por un lado, en casa de mis abuelos, el criterio de la familia era grandísimo. Por ejemplo, en Navidad nos juntábamos todos, el Día de Reyes era otro día importante. Mi padre fue un hombre de familia.Con sus amigos se carteaba con gran asiduidad y esas cartas también fueron donadas por nosotras.
Tenía enorme gracia, hacía chistes, con nosotras y entre amigos. Esa es otra cosa que resulta algo contradictoria porque los cuentos de mi padre son siempre tristes, provocan tristezas, donde todos los personajes son marginados, desamparados, que a veces están contentos solamente porque están haciendo lo que les gusta, pero en definitiva son desgraciados. Eso contradice el espíritu de mi padre, una persona alegre y optimista".

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